jueves, 25 de agosto de 2011


Hoy 1382 / Tras los temblores de las Bolsas del mundo

Se agrava la crisis internacional y Argentina no está blindada


Cuando estalló la crisis del 2007 dijimos que estábamos ante la crisis más grave del sistema capitalista desde su origen. Una crisis que tendría consecuencias peores a la Gran Depresión posterior a 1929. Dijimos, también, que no era una crisis más de las tradicionales crisis cíclicas de sobreproducción del capitalismo, y que tampoco era el mero estampido de una burbuja especulativa.
Hoy, agosto del 2011, cuando El País de España escribe que este mes pasará a la historia como el “más negro vivido desde la Gran Recesión del 30”, ya que desde que estalló la crisis hace cuatro años, nunca las Bolsas mundiales habían vivido tantas jornadas seguidas en “caída libre” (9 días en España y 11 en otras), y cuando en el Financial Times escribe el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz que “la única certeza que existe ahora en los mercados es que los problemas pueden ir peor” y, posteriormente, agrega en El País de España (14/8/11) que “Europa y EEUU marchan juntos o separados, hacia el desenlace de una gran debacle”, nosotros ratificamos lo que dijimos en el 2007 y la vida comprobó.
La mayoría de los economistas explican el por qué de las caídas de las Bolsas y las penurias actuales de la economía estadounidense (el mantenimiento de cuyo déficit es insostenible a largo plazo), y europea (con las economías de varios países al borde del abismo del default), pero dejan sin explicar el por qué del por qué.


¿Por qué se agrava la crisis?
Recién ahora, algunos economistas, como Mouriel Rubini (que señaló que “la crisis de la deuda en Europa es el preámbulo de una gran crisis financiera global”) miran una década atrás, cuando se evidenciaron algunas características del llamado “mundo globalizado”, en momentos en los que Francis Fukuyama, cegado por el éxito del capitalismo, había hablado del “Fin de la Historia”, y el capitalismo apostó a la desregulación de los mercados, la baja de impuestos y los tipos de interés y la expansión del crédito, que poco después adquirió un carácter catastrófico. Todo aquello explotó con la quiebra del Lehman Brothers.
El capitalismo salió del paso salvando a los grandes bancos con el dinero de los contribuyentes, y ahora enfrenta una deuda pública, que, en el caso de los EEUU, iguala el PBI de ese país, y una desocupación que afecta –total o parcialmente- a uno de cada seis norteamericanos.
En la actualidad, cuando parecíamos estar en la meseta de una desaceleración esperada de la economía mundial, se ha desatado el pánico. Recién ahora el economista Kenneth Rogoft admite que la actual “no es una desaceleración pasajera de la economía”. Se teme una gran contracción de la misma.
Es imposible entender lo que sucede sin comprender que esta crisis se origina en la impresionante acumulación de plusvalía que tuvieron los monopolios capitalistas cuando se produjo el proceso de restauración capitalista en la URSS y los países socialistas del Este, y luego de 1978 en China, con la posterior unificación del mercado capitalista, y la gigantesca oleada contrarrevolucionaria a escala mundial que permitió a esos monopolios conquistar un enorme mercado y, principalmente, explotar a centenares de millones de trabajadores, muchos de ellos con un nivel técnico relativamente elevado, pagando a esa fuerza de trabajo por mes, a veces menos de lo que pagaban por día en sus países de origen por igual trabajo.
Lo que también les permitió a esos monopolios arrasar con conquistas históricas de la clase obrera en sus propios países de origen, conquistas que habían costado décadas de luchas al proletariado. El capitalismo mundial tuvo ganancias enormes que, al no poder volcarlas al aumento de la producción, en un mundo en el que según Jean Ziegler, relator de las Naciones Unidas por el Derecho a la Alimentación, en el 2001, cien mil personas morían de hambre y sus consecuencias, por día, las volcó a la especulación. Por cada 2 dólares que hoy van a la producción, van 98 a la especulación.
La situación actual es grave no sólo en la economía estadounidense, la japonesa que sigue estancada y la europea (incluidas Inglaterra y Rusia). China está tratando de enfriar la suya ante la perspectiva mundial. Hay síntomas peligrosos en su economía: la inflación interanual creció en China el 6,5% en julio y el precio de los alimentos, desde julio del 2010, creció un 15%. Según Andrés Oppenheimer “mientras hace diez años el salario promedio en el sector manufacturero de China era un 237% más barato que en México, hoy es tan solo un 14% más barato” (El País, 15/8/2011).
En cuanto a Brasil, nuestro principal socio comercial, que es el quinto poseedor de bonos del Tesoro de los EEUU, en los dos últimos años ha perdido U$S 20 mil millones en su balanza comercial.

Argentina no está “blindada”
No hay motivos para creer que la economía argentina está “blindada” ante el nuevo rebote de la crisis mundial.
El superávit fiscal del Tesoro Nacional se debe a las transferencias del Banco Central y la Anses. Sin maquillaje hay déficit fiscal.
En los últimos cuatro años fugaron del país 46.000 millones de dólares y en 7 meses del 2011 fugaron casi 12 mil millones de dólares (Morales Solá en La Nación del 14/8/11). Esto pese a vivir “en un mundo de bancos inseguros y cuestionados”, como comenta Morales Solá. Y en un país donde tampoco es seguro guardarlos bajo los colchones.
El gobierno nacional gastará este año más de 20 mil millones de dólares en subsidios a la energía y el transporte.
La inflación anual supera el 25% y urge tomar medidas para frenarla. El 10% de los niños en edad escolar, según el Congreso Argentino de Nutrición, sufre desnutrición crónica. Más del 40% de los asalariados trabaja en negro.
En los últimos dos años la Argentina gastó unos 16.500 millones de dólares para pagar deuda pública, y el crecimiento de la base monetaria enfrentará al próximo gobierno a una situación difícil para el 2012. Crece aceleradamente el dinero que circula en la economía y las reservas vienen en descenso. Actualmente llegan a unos 50.300 millones de dólares y la base monetaria es de $185.000 millones (con el dólar a l precio actual representan unos U$S 44.000 millones). Las reservas de libre disponibilidad (RLD) ascienden a unos U$S 5.500 millones para futuros vencimientos. En diciembre el gobierno deberá pagar U$S 2.300 millones del cupón PBI. Es decir, que dado que la base monetaria crecerá (a unos $220.000 millones) y las reservas caerán (con un dólar a $4,34) el próximo gobierno deberá conseguir, por lo menos U$S 8 .000 millones en el 2012. También hay perspectivas de caída del precio de las commodities.
Todo esto puede explicar por qué la caída de las Bolsas del 8 de agosto golpeó más fuerte en la Argentina que en otras Bolsas. (10,7% de las acciones de los bancos y empresas más ligadas a la producción).
Autor: 
escribe Otto Vargas

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